Luis de la Barreda Solórzano
- Las revoluciones han prometido la utopía del hombre nuevo, el ser humano innatamente justo y solidario, creyente sin dubitaciones en los supremos valores revolucionarios. Una vez triunfantes, han perseguido con saña a todos los habitantes en quienes no tiene lugar esa prodigiosa metamorfosis.
Las revoluciones han prometido el cielo en este mundo, pero en ese paraíso han incluido, asegurando que son indispensables para proteger la revolución, algunos infiernos destinados a quienes no comulgan con los postulados revolucionarios. Los enemigos no son sólo quienes incurren en actos violentos o sabotajes contra la revolución, sino todos los que manifiestan su desacuerdo con las nuevas leyes o las nuevas políticas públicas. Sigue leyendo→
- En las dictaduras no existe: los dictadores no lo tolerarían. En los regímenes democráticos juega un papel de enorme relevancia: el ombudsman, defensor público de los derechos humanos, tiene como función principal combatir los abusos de poder.
La brillante jurista y académica Ana Laura Magaloni, miembro del poder constituyente que confecciona la Constitución de la Ciudad de México, señala (Reforma, 26 de noviembre) que la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) fue una pieza central para cambiar el statu quo de los derechos humanos durante los años de transición a la democracia, pero posteriormente los mecanismos de protección de esos derechos —recomendación, conciliación y orientación al quejoso— se volvieron fórmulas desgastadas y poco efectivas. Sigue leyendo→
- En efecto, como lo advirtió el secretario de la Defensa Nacional, el Ejército no está combatiendo al crimen organizado por gusto o por vocación. Los soldados no estudiaron para realizar actividades de seguridad pública ni es esa la función que primordialmente les asigna la Constitución.
El presidente Felipe Calderón echó mano de los militares ante el crecimiento de la criminalidad organizada. Nunca se planteó que el Ejército permanecería en esas nuevas tareas para siempre, sino sólo mientras el país preparaba cuerpos policiacos altamente profesionales y confiables que pudieran enfrentar los nuevos retos que presenta la delincuencia. Sigue leyendo→
Nuestro deplorable Ministerio Público
- Más allá de la curiosidad y el morbo que despertó la denuncia de la podóloga del Guadalajara contra el entonces entrenador del equipo, Ricardo La Volpe, el caso es otro ejemplo, uno más entre los muchos que se presentan todos los días, de la negligencia exasperante con la que actúan las procuradurías de justicia del país.
En abril de 2014, la joven denunció que La Volpe la obligó, por medio de la violencia física, a tocar su pene, conducta que configuraría el delito que los códigos penales denominan abuso sexual. Sigue leyendo→
- Con escalofriante frecuencia nos enteramos de linchamientos ocurridos en diversas regiones del país, tanto en zonas urbanas como rurales. Los reporteros entrevistan a académicos, y éstos suelen coincidir en que el fenómeno se debe a la falta de confianza de la población en las autoridades: la gente opta por la justicia de propia mano —denominación errónea, como explicaré más adelante— ante la creencia de que el delincuente quedaría impune si su suerte quedase en manos de la policía y el Ministerio Público.
Nadie podría negar que, en efecto, la ciudadanía desconfía de la eficacia, el profesionalismo y la honestidad de nuestros cuerpos policiacos y nuestros organismos persecutores de delitos, y sabe que muchos delitos quedan impunes debido a los vicios y las deficiencias de esas instituciones. Pero la gran mayoría de los ciudadanos no hemos participado jamás, ni lo haríamos si se presentara la ocasión, en un linchamiento. Sigue leyendo→