Mtra. Lourdes Zariñan[1]
Se ha dado el calificativo de histórica a la marcha llevada a cabo el 8 de marzo de 2020 en la Ciudad de México, y sí que lo fue. Además de impresionante, la experiencia fue enriquecedora dado la pluralidad de ideologías, edades, emociones, sentimientos, nos unió una causa común: el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia. Todas estábamos ahí con sororidad, convicción, entusiasmo, empatía, así seguramente sucedió con las mujeres que se congregaron en las entidades federativas. Estoy cierta que cada una de esas marchas de ese domingo 8M fueron un gran logro de las mujeres en México y un aporte para América Latina y para el mundo en la lucha por el respeto a los derechos de las mujeres.
Mientras me encontraba en ese magno evento#8M recordé las palabras de mi abuela al morir mi bisabuela “hija tu abuela María sufrió mucho, fue una mujer violentada; a mí me hace feliz saber que tú y tus hermanas jamás permitirían que un hombre ejerciera violencia sobre ustedes o sus hijas”; reflexioné también sobre el alcance de esa consigna, mi abuela también sufrió violencia familiar, en realidad ella me estaba exhortando a luchar porque las mujeres de mi familia no fueran violentadas nunca más, no fueran víctimas de machismo y de una sociedad patriarcal, o por lo menos así lo entendí o quise entenderlo, lo cual no ha sido una tarea fácil que se resume en la frase “mujer escucha está es tu lucha”.
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