Alejo Martínez Vendrell[1]
A partir del martes 5 de abril y hasta Jun.30/2016 entró en vigor en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM), el ex DF con sus 18 municipios conurbados del Edoméx, el renovado programa “Hoy No Circula”, el cual impone el impedimento de circular un día a la semana y un sábado al mes al 20% de los vehículos automotores, con algunas excepciones. Se trata de un periodo de 3 meses previos a la temporada de lluvias, ya que éstas son mucho más eficaces que las medidas de las autoridades gubernamentales para limpiar la atmósfera disolviendo y menguando la contaminación ambiental.
Existe controversia respecto a los efectos que genera el que de lunes a sábado se impida que circule el 20% del parque vehicular. Expertos calificados en la materia, como es el caso del Dr. Héctor G. Riveros Rotge, investigador del Instituto de Física de la UNAM, con respaldo en estudios y análisis detallados, sostienen en esencia que la aplicación del programa “Hoy No Circula” ha resultado por completo ineficaz para disminuir los índices de contaminación.
El científico Riveros alude, como caso típico y ejemplar, al hecho de que, de acuerdo con las mediciones de la propia Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe), durante la reciente contingencia Fase 1 decretada del 15 al 17 de marzo del mes pasado, con el 20% de los vehículos detenidos, el Índice Metropolitano de Contaminación Ambiental (IMECA) no experimentó una variación sustancial: A las 13 horas del 14 de marzo la contaminación era de 118 puntos IMECA; a la misma hora, el día 15 fue de 113 y en el miércoles 16, primer día en que se aplicó la restricción, sacando a cerca de un millón de automotores de circulación, el nivel siguió en 113 IMECAs y para el segundo día de circulación reducida el índice fue de 112. Una contundente prueba de la ineficacia del “Hoy no Circula”. Algo muy similar sucedió en Nov.20/1989, cuando se instauró por primera vez el programa y en julio de 2008 cuando se amplió la restricción a los sábados, ya que la concentración de ozono no tuvo reducción significativa alguna.
En esta megalópolis enfrentamos enormes distancias por recorrer, con un sumamente deficiente transporte público, con pésimas o inexistentes interconexiones, y cuando es rápido resulta por completo incómodo y va saturado con temperaturas ardientes en esta época de intensos calores. Cuando alguien tiene la ventura de desplazarse por Metro y quizá metrobús, si acaso logra entrar a los vagones en las horas pico para llegar a tiempo al trabajo o regresar a casa, se vuelve un suertudo que invierte pocas horas en su apretujado transporte, pero gran parte de los metropolitanos tienen que pasar demasiado tiempo inmersos en nuestro pésimo sistema de transporte público.
Por ello para nada resulta extraño que millones de habitantes de la megalópolis que no tienen automóvil propio, cuando llegan a alcanzar la posibilidad económica de adquirir uno, se precipiten a hacerlo con la intención de ahorrarse tiempo y evitar las severas molestias de nuestro sistema de transporte público. Ahora, con el vigente “Hoy No Circula” arrojaremos a ese martirizador e insuficiente transporte público para saturarlo todavía más a un número mucho mayor de un millón de viajeros, quienes diariamente quedarán imposibilitados de utilizar sus vehículos particulares. Lógicamente la medida afectará más a quienes menos tienen. Los más pudientes utilizarán sus autos alternativos o podrán comprar otro más para estas contingencias. Pero ¿y aquellos cuyo trabajo depende en buena medida del uso de su vehículo?
Hay mucho que comentar sobre el tema, pero tendremos que restringirnos por ahora a plantearnos si este tipo de medidas tan ineficaces y con buena dosis de irracionalidad, muy similares a las del horario de verano, son de las que contribuyen a explicar y a retroalimentar el que la confianza en nuestros lamentables políticos, de acuerdo con una clasificación del Foro Económico Mundial publicada en Sept.29/2015, se encuentre en el 124° lugar entre 140 países. Ojalá tomaran conciencia y se esforzaran en serio por dar un vuelco a ese deplorable pero muy merecido descrédito.
Cada vez que la circulación de vehículos se ha restringido en 1989, 2008 y 2016, el ozono ha permanecido campante. Ω